Hoy he conocido a un hombre que me ha hecho sentir que
merece la pena seguir intentándolo, que ha marcado un hito en el desierto que
es la cultura de nuestro país. Y sí, no es ningún héroe ni ningún concejal de
cultura. Este hombre lleva 30 años al frente de una asociación cultural que ha
recabado 600 socios a lo largo del tiempo. Que gestiona un pequeño espacio que
tiene biblioteca, escenario, camerinos, luces… todo lo necesario para crear
algo especial, que pasa en tu pueblo y que pasa para ti. Por amor al arte y con
más dedicación que cualquier organismo oficial, que alimenta a personajes que
no distinguen a Beethoven de Bisbal. Cultura a pie de calle.
Fui a tocar a su garito en régimen de taquilla, es decir,
tantos entran, tanto cobras, pero como por suerte o por desgracia mis cueros
andan ya muy seriamente apaleados, exigí un mínimo de dinero por si no venía
nadie.
Este hombre aceptó ese mínimo, con la única garantía que se
requiere entre hombres de buena ley: su palabra.
Llegó el día y era víspera de puente. Resultado: 5
espectadores y a tres los conocíamos.
Pero él vió el espectáculo y ni corto ni perezoso devolvió
el dinero de la entrada a los espectadores y a nosotros nos dio, (de su
bolsillo), el doble de lo acordado.
Nos fuimos de allí con la decepción de saber que a nadie le
interesa Juan Ramón Jiménez, ni su premio Nobel, ni la música de Eduardo Sáinz
de la Maza. Pero sí barrió nuestra tristeza el gesto que este hombre tuvo con
nosotros, que representó el valor que él otorgaba a nuestro trabajo, y que
disfrutó hasta el punto de pagarnos el doble de lo acordado.
Que los clementes dioses críen a personas así, aunque sea
uno de cada diez mil, pues son capaces de hacer sentir a un artista que no se
predica en el desierto y que ya no a nosotros, que invertimos meses de trabajo, sino a la calidad de los autores, que son patrimonio cultural, que nos mostraron la magia de cabalgar "por los hondos caminos del estío, colgados de tiernas madreselvas".
Luis Pérez Lara es este hombre, da gusto saber que mientras
dependa de él, no se olvidará la poesía ni la buena música.
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